Es posible que una de las razones de que se haya disparado la cantidad que los beteranos tienen que pagar por la tasa de tratamiento de los residuos domésticos sea la de amortizar la inversión de la construcción de un nuevo ecoparque, todo esto al margen del coste que conlleva el reciclaje de productos para contribuir a la sostenibilidad ambiental.
Sucede a veces que el positivismo, es decir, el lenguaje entusiasmado de los políticos, no da más de sí que unas vacías buenas intenciones y cuando nos fijamos en el detalle de la letra pequeña empezamos a desilusionarnos. Con la inauguración del nuevo ecoparque no se entiende como no se acondicionaron las instalaciones del antiguo para la cuenta ambiental. Los escombros en los alrededores del primer ecoparque todavía permanecen desparramados en el barranco del Carraixet, de los cuales se había reclamado su limpieza desde el 2012. No en vano el nuevo ecoparque ha tenido una inversión directa de 200.000 euros, según lo publicado en algunos medios.
Es sobre el año 2008, cuando el ayuntamiento firmó el acuerdo con el Consorcio Valencia Interior (CVI) para que esta empresa se
ocupara del tratamiento de los residuos. En el año 2012 el ayuntamiento también empezó a firmar convenios con el CVI para la
construcción del nuevo ecoparque. La actividad del CVI desde su creación ha sido muy criticada, incluso ha recibido quejas que se han elevado al Síndic de Greuges a causa de su opacidad a la hora de facilitar datos sobre las causas del incremento progresivo de la tasa de reciclaje.
Actualmente el viejo ecoparque está abandonado, los cables y algunas tapas de las arquetas que habían han desaparecido. Los contenedores y el cartel que indicaba los productos que se pueden llevar al ecoparc también han desaparecido. En las puertas cerradas permanece un cartel indicativo del cierre y una remisión con la dirección de las nuevas instalaciones. Solo queda la caseta y una alfombra de asfalto con huecos para poner los contenedores de reciclaje.
También la sección ambiental de la página web del ayuntamiento de Bétera ha quedado abandonada, una vez remitido todo al Consorcio, pues en ella se indica la dirección del antiguo ecoparque y los límites de cantidad por productos a aportar, los mismos que existen ahora, con la puesta en marcha de la cuenta ambiental. Una de las críticas al ecoparque se basa en que no han modificado lo de las cantidades máximas de productos a aportar por día.
En cuanto al nuevo ecoparque, se dijo que este sería más grande, pero es sólo ligeramente más grande. Se comentó también que generaría 2 puestos de trabajo pero en realidad son los trabajadores de la anterior instalación, claro que si se dice que el nuevo ecoparque tiene un impacto laboral de 2 puestos de trabajo directos la cosa cambia.
Por otra parte la cuenta ambiental no tiene unas reglas bien definidas aún, por lo que no se sabe cuanto se podría ahorrar un beterano por la tasa del reciclaje con la nueva cuenta ambiental, o si simplemente se repartirán bonos para comprar en los comercios de Bétera, como se explica en el folleto informativo y en la propia web del CVI. Por no hablar directamente de lo precipitado de la inauguración, con un generador y, según algunas informaciones, parece ser que sin agua.
En el edicto de creación del nuevo ecoparque pone que el ayuntamiento no se hará responsable ante el Consorcio Valencia Interior por el valor de los residuos robados o sustraídos dentro de las instalaciones, fuera de horarios de apertura. Y es que sucede que algunos chatarreros roban material por la noche. Al precio que están ciertos metales hoy en día nadie se atreve a poner seguridad, habiendo cada vez más grupos organizados que se dedican al robo y sustracción de cobre.
Por último no está de más señalar que para la construcción del nuevo ecoparque el CVI quedó eximido “del pago de las tasas correspondientes a las licencias de obra, tasa urbanística, y tasas de la licencia ambiental y de apertura”.
Jorge Osborne