Después de casi dos días, creo que encuentro las palabras para poder despedirme de ella como se merecía. Sí, de Pilar. De mi “Pilarin”, porque es así como me gustaba llamarla con aprecio y ella me lo permitía.

Muchísimas personas le han regalado en estas últimas 24 horas un buen número de bonitas y emotivas palabras, las cuales yo he agradecido enormemente porque estaba completamente “bloqueada de cabeza y corazón”.

La gran mayoría han valorado su trabajo de concejala en el Ayuntamiento de Bétera, maestra, vecina de calle o amiga de la infancia. Yo no puedo hablar de ella en estos ámbitos porque no he tenido la oportunidad de conocerla tanto en estas facetas. Pues, nuestra relación ha sido más a posteriori. Pero también he tenido la fortuna, en estos últimos años de conocer a Pilar de una manera más estrecha. Fue ella quien me permitió entrar en su vida y dejar que conociera quién era realmente Pilar Ros Sánchez. Y digo que fue ella porque nuestra manera de conocernos fue casi por casualidad, en unos años que yo desarrollaba a medias mi profesión de periodista hasta que volví de pleno a ella.

Durante el periodo que cito, recuerdo muy bien esas charlas que me iban poniendo al día del panorama actual del pueblo. Estas conversaciones propiciaron que, poco a poco, yo fuera formando parte del equipo de Betera.com y el resto de diarios que componen este grupo editorial, puesto que Pilar fue nuestro punto de conexión. Si no la hubiera conocido de este modo más estrecho, es muy posible que yo hoy no estuviera escribiendo estas líneas.

También tuve el honor de poder presentarla como Obrera Casada y disfrutar con ella de su ilusión por la fiesta.

Pilar te hacía sentir cómplice de su vida, de sus inquietudes, de sus compromisos… Era imposible no tenerle aprecio, porque te contagiaba su energía y sus ganas de saber y de no estar quieta.

Quiero acabar este escrito hablando de la última vez que ella y yo estuvimos juntas “mano a mano”, disfrutando de una mañana divertida y productiva. Fue el 10 de julio de 2020. Ramón Asensi  Ramón nos abría las puertas del huerto de las Albahacas para hacerle una entrevista y que nos contara como estaba siendo el año de la pandemia para este sector. Siempre recordaré como conversaba con Ramón y se paseaba por el huerto, entusiasmada, contemplando las majestuosas albahacas y sujetando el cartel de “Yo soy albahaca”. Porque Pilar, esté donde esté, siempre será albahaca en aroma y sentimiento.

Carmen Sorlí Contreras