Nunca nos queremos separar de esas cosas o personas que nos aportan una de las mayores cosas que una persona puede llegar a sentir.
Pensamos que solamente se vive de pequeños: cuando nos levantamos por la mañana el Día de Reyes, cuando nos vamos con nuestros amigos a pasar horas y horas jugando e inventándonos millones de historias que al final queremos y pensamos que acabarán convirtiéndose en realidad, cuando no tenemos ninguna preocupación… Solamente pensamos que se es feliz en la niñez. Pensamos que es la mejor época de tu vida en la que no te interesabas ni por nada ni por nadie.
La felicidad está en cada una de las etapas de nuestra vida. La sienten desde los más pequeños de la casa hasta los fundadores de una gran familia, que hacen que hoy en día llevemos nuestro apellido con honra y orgullo. Nunca se irá de nuestras vidas para siempre, pero si que tendremos que aprender a convivir sin ella porque te puede llegar a fallar incluso ella.
Circunstancias de la vida o del momento, hace que se esfume como si soplásemos a un gran puñado de arena que cogemos en una playa desierta. Ese color marrón blanquecido, esa textura tan fina y satisfactoria en tu mano, poco a poco se va yendo por una ola de viento que hace que se disperse por todo el cielo azul que parece que sea trasparente, porque puedes llegar a ver todo más allá. ¿De qué mejor manera que explicar esto que con un símil tan simple, pero a la vez tan significativo como este?
La felicidad es eso, es como arena que se puede esfumar en un momento, pero nunca hemos llegado a pensar si realmente podemos hacer que esa ola de viento no pase nunca y que esa pequeña montaña de arena se quede perpetua en la palma de nuestra mano hasta que nosotros decidamos. La respuesta es que es imposible que no se vaya, imposible. Si fuese de esa manera, la vida no tendría realmente esa chispa que hace que nos mantengamos vivos.
Es lógico que no queramos que nunca se vaya, que se quede con nosotros hasta que la muerte nos separe y que se convierta en nuestra sensación favorita.
Durante toda mi vida he estado viviendo con ella y nunca, hasta este año, ha venido una ola de viento a arrebatármela. Pero recuerda que la felicidad no la tendrás permanentemente en ti, pero si estará para siempre ahí.
Seguro que ahora, alguno de nosotros, la estamos sintiendo por ver a personas o ir a lugares que son claves para poder activarla en un momento. Creo que es la primera vez, en dos meses, que lo siento y por una razón de verdad: la de poder volver a la normalidad.
Puede ser que ahora la sientas o que no, pero recuerda que debes de hacer algo para activarla porque aún sigue ahí. Está dentro de ti: en tus manos, tus pies, tu corazón, tu mente…y tan sólo con pensar en ella puedes llegar a sentirla y contagiarte de ella (solamente te digo que se pega más rápido que el coronavirus).