Los especialistas sanitarios recomiendan una dieta rica en frutas y verduras  y una buena hidratación, además de la protección solar, para quienes practican deportes en verano, sobre todo al aire libre.

Además advierten que “realizar deporte en verano en la playa sin haber practicado previamente o sin tener un buen tono muscular puede producirnos una sobrecarga en los tendones. Esto nos parará y nos tendrá unos días con dolores en los tendones y articulaciones que se hayan visto afectadas”. Para evitar este tipo de dolencia recomiendan hacerlo de manera progresiva y bajo supervisión de un profesional de la actividad física, especialmente las personas que tengan problemas en articulaciones

Por otra parte, vale la pena tener en cuenta el calzado utilizado durante esta época ya que practicarlo descalzos es una práctica habitual que, de no hacerlo de la manera correcta, puede conllevar complicaciones. “La principal diferencia entre ir descalzo y llevar calzado es el riesgo de presentar lesiones cutáneas, como heridas y rozaduras, y, sobre todo, la de sufrir fracturas en los dedos de los pies al recibir contusiones o tropezar con objetos que no veamos, como piedras, sillas o mesas”, explica el Dr. López Valenciano.

Además del calzado, el tipo de suelo sobre el que se realiza la actividad es importante tenerlo en cuenta ya que, por ejemplo, la arena blanda suele ser muy inestable y puede obligar a nuestros tendones y articulaciones a realizar un sobreesfuerzo para compensar. Sin embargo, “la arena dura no tiene el problema de la inestabilidad, pero, aunque no nos demos cuenta, estaremos caminando por un terreno con pendiente lateral, lo que suele producir tendinitis y sobrecargas musculares sobre todo en los grupos isquiotibiales y en la fascia lata”, concluye el especialista.

Para las personas que no suelen realizar actividad física habitualmente, pasear o andar a un buen ritmo se podría considerar deporte de verano, “porque, aunque no sea muy exigente puede conllevar problemas si realizamos más actividad de la recomendada. Hay que tener en cuenta, además, que caminar por la arena supone un gasto energético mayor que caminar por terreno firme. A esto hay que unir una mayor solicitación de las articulaciones de nuestros miembros inferiores, que tienen que compensar los desequilibrios generados al caminar por terreno inestable”, detalla el especialista.

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