El próximo domingo, 17 de octubre, tendrá lugar el “Primer Cursillo Monográfico de Arcabuceria en Bétera”.
Este cursillo tendrá lugar de 09.00 a 14.00 horas, en el edificio de Casa Nebot.
Las plazas son limitadas a 40 participantes y está disponible solo para personas mayores de edad.
Las Inscripciones se deberán realizar en la Sala de cristal de Casa Nebot o a través de lleialsajaume@gmail.com.
El arcabuz es una antigua arma de fuego de avancarga (arma de fuego en la cual tanto el proyectil como el propelente son cargados por la boca del cañón de la misma), antecesor del mosquete. Su uso estuvo extendido en la infantería europea de los siglos XV al XVII. A pesar de su longitud, el disparo era de corto alcance (apenas unos 50 metros efectivos), pero letal; a esa distancia podía perforar armaduras. Era fácil de manejar y desplazó rápidamente el uso de la ballesta, que desapareció a mediados del siglo XVI. Requería mucha menos destreza para manejarlo con eficacia. Aunque el empleo del arcabuz estaba difundido antes de la invención del mosquete (su evolución), fue contemporáneo y rival en uso de esa segunda arma, la cual le desplazó lentamente, desapareciendo casi por completo en el siglo XVIII.

La arcabucería es un elemento esencial de la Fiesta de Moros y Cristianos, forma parte de su estructura básica; y es un factor diferencial de otros festejos.

La pólvora tiene un rito, y quizás nada denote tanto la innegable herencia árabe en el pueblo valenciano como su afición a la pólvora: sea castillos de fuegos artificiales, cohetería en sus diversas formas, arcabucería en sus Fiestas de Moros y Cristianos, etc.

Según los escritos, las soldadescas del siglo XVII, comparserías que adoptaban formaciones paramilitares festivas (escuadras), realizaban funciones de acompañamiento en las procesiones religiosas y cívicas, rindiendo honores con salvas de arcabucería a la imagen del patrón local, a las autoridades, etc…

Cuando esa comparsería en un momento no precisado (sobre el primer tercio del siglo XVII) se viste parte a la usanza morisca y parte a la cristiana para mayor lucimiento, y fuera de la procesión empiezan a arcabucearse entre sí, en forma de contraposición moro-cristiana que es lo que el traje evidencia, realizando al mismo tiempo movimientos y simulacros militares, se había puesto la piedra fundamental sobre la que surgió y se desarrolló la Fiesta.

Se estaba transformando una función de acompañamiento en una función de simulacros guerreros que acabaría por necesitar un símbolo que disputar, el castillo con todo el enfoque histórico que supone, que generaría unas acciones de conquista y reconquista, con toda la proyección histórica que cada población con carácter general o local le haya podido dar.

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