Los países con democracias desarrolladas no pueden considerarse como demócratas mientras permitan de manera obscena que las grandes fortunas, empresas y bancos estén aplicando sistemas que aumentan la desigualdad con el beneplácito de los gobiernos de cualquier tipo político, sean locales, autonómicos o nacionales.
Hay una pregunta que la gente se puede hacer: ¿Cómo saber si estás viviendo en una democracia? La respuesta puede ser muy complicada, sobre todo si las varas de medir simples, a menudo, pueden confundir más que aclarar.
En principio, se puede tomar la noción de que la hay en un país donde hay elecciones. Se eligen periódicamente a los futuros gobernantes, suena bien. Sin embargo, las clases altas y, por consiguiente, los partidos políticos que les representan maniobran y pactan para formar gobiernos que les favorezcan en detrimento de las clases trabajadoras y humildes. El ejemplo claro lo tenemos aquí. Las dos urbanizaciones de alto standing han conseguido con el visto bueno de dos partidos conservadores, PP y Cs, entrar en el equipo de gobierno para favorecer de manera descarada a sus intereses.
Sea como fuere, de lo que no hay duda es de que en los dos años que llevan al frente del Ejecutivo local, han profundizando en aquellas políticas que premian a las clases altas y se ha convertido en el sello de identidad del PP, Mas Camarera y Torre en Conill junto con Cs, siendo su principal cometido en esta legislatura agrandar las diferencias de clase y olvidarse de la defensa de lo común, incluso a costa de acosar a una de sus propias concejalas que se ha tenido que ir al banco de los no adscritos. Aunque como tontos no son, nos van soltando “migajas” para intentar acallar las voces de protesta.
La construcción de esas infraestructuras tan innecesarias como caras, que comprenderá una biblioteca, un salón de actos, una sala para jubilados, una sala para la juventud, una oficina municipal, un retén de policía, aseos, un ágora exterior con gradas (más de 500 de aforo), para espectáculos al aire libre, etc. y zonas ajardinadas, sólo para dotar a sus dos urbanizaciones de unos privilegios que les diferencie de las demás, supondrá un gasto enorme para las arcas publicas y obligará a los futuros gobernantes locales a tener que subir los impuestos para poder asumir el gasto del mantenimientos de esos edificios,
jardines y aumento de personal, en detrimento de los servicios básicos del resto de urbanizaciones y del casco urbano. Saben ustedes que el gasto en jardinería del Torre en Conill, es superior al del pueblo, pues ahora súmenle el gasto de la otra urbanización y de todo lo que intentan edificar.
Los líderes políticos en las verdaderas democracias, obtienen el apoyo popular al presentar el mejor argumento: avanzando plataformas, desarrollando propuestas políticas y articulando objetivos que se adecuen al de los votantes, mejorando el nivel de vida de todos los ciudadanos e intentando que desaparezcan las diferencias de clases.
Hay que considerar, por ejemplo, la cuestión de: ¿Quién debería pagar las obras y el mantenimiento para dotarlos de duplicidad de oficinas, locales de ocio y cultura, grandes zonas ajardinadas etc, etc? No son servicios básicos, son privilegios o caprichos y los desvaríos se los deberían pagar ellos.
Estos propietarios de zonas privilegiadas creen que porque pagan más, (cosa que no es cierto, pagan en función del valor, tamaño y situación de sus residencias), el resto de ciudadanos, los trabajadores públicos, funcionarios locales y la policía local tienen el deber patriótico de dotarles de grandes obras que dan prestigio a sus urbanizaciones y de proteger sus zonas residenciales, de esparcimiento y ocio.
Las “élites extractivas”, son aquellas que se apartan de la obtención del bien común y dedican sus esfuerzos a su propio bienestar y al del grupo al que pertenecen. Siempre están buscando el modo de no pagar los impuestos que les corresponden y aquí se han unido con la única intención de entrar en el ayuntamiento y con la ayuda de otros partidos con ansias de poder, que no han dudado en prestarse a conseguir sus propósitos. Eso es, en esencia, robar a la democracia que, precisamente, se sustenta sobre el Estado del Bienestar.
En las campañas políticas de hoy, todo vale esencialmente. Las élites extractivas, a través de un canal u otro, pueden hacer lo que quieran y donde quieran. Siempre habrá defensores de su causa que les ayuden.
Por tanto, creo que la democracia ha fracasado por su entreguismo a las élites extractivas. Eso sí, la plutocracia sí que ha tenido éxito.
Solo nos queda el “pataleo”, porque somos un pueblo adormecido, aborregado, entregado, carente de principios y dignidad. Si fuéramos todo lo contrario, saldríamos a las calles (somos mayoría) a manifestarnos, a luchar por la solidaridad, por el bien común, por la igualdad. Todos juntos podemos hacer que esta tropelía no se ejecute. Asociaciones vecinales, urbanizaciones, personas solidarias, justas y con conciencia… ¿Qué más hace falta para que nos levantemos y gritemos?.
P.D. Plutocracia: “El gobierno de los ricos y para los ricos”.