(EFE) Pretender reducir la siniestralidad de las personas mayores al volante solo con mejores reconocimientos médicos es una “ingenuidad”, según distintos estudios que destacan la necesidad de abordar múltiples factores, como la complejidad de las señales, la confusión que generan algunas vías, la antigüedad de sus vehículos o sus especiales dificultades para ver de noche.
Así lo explica el presidente de la Fundación Española para la Seguridad Vial (FESVIAL), Luis Montoro, que cita distintos estudios en los que pone de manifiesto que nos encontramos ante un tema “complejo” donde no hay una solución, sino múltiples y de distintos ámbitos.
El debate sobre la seguridad de los mayores al volante se ha reabierto a raíz del accidente ocurrido el pasado domingo en la A-7 a la altura de Rotglà i Corberà (Valencia), en el que un conductor de 87 años circuló en sentido contrario hasta colisionar con otro vehículo, y que se saldó con cinco fallecidos.
El experto señala que en general la accidentalidad de los mayores se produce por una pérdida de las capacidades psicofísicas, a lo que se añade “un desconocimiento importante de la normativa y los riesgos”.
Montoro, catedrático de Seguridad Vial en la Universitat de València, explica que los mayores de 65 años, junto con los menores de 29, son los conductores considerados de riesgo en todos los países y “por kilómetro recorrido, los mayores de 65 a 70 años tienen tantas posibilidades de sufrir un accidente como los de entre 15 y 19 años”, y en el caso de la letalidad “se puede cuadruplicar o quintuplicar la de un joven”.
A su juicio, pensar que mejorar los reconocimientos va a solucionar el problema “es una idea ingenua”, por lo que plantea las diferentes aristas que hacen que este colectivo de edad sufra más accidentes para así poder abordar el problema de manera global.
Las capacidades psicofísicas en los mayores hacen que tengan una “reacción más lenta”, tanto muscular como mentalmente, y “a la hora de pisar el freno no lo hacen con la misma velocidad que un joven, así como a la hora de interpretar lo que ocurre en su entorno”.
Las intersecciones complejas, el tráfico complicado, las salidas e incorporaciones a las vías rápidas o la conducción nocturna “les complica mucho el tema: se fatigan más, tienen peor coordinación de movimientos y dudan más”.
Un estudio dirigido por Luis Montoro que analizó a 5.000 conductores para evaluar factores elementales de la visión constató que un 25 % de la población tiene problemas visuales y “esto se agudiza” en las personas mayores.
Así, “los deslumbramientos son muy graves, tiene peor agudeza, un campo visual más estrecho, problemas para percibir lo que hay en los laterales y más enfermedades”.
A esto se suma que entre el 40 y 50 % de los mayores de 65 años toma de media cinco fármacos al día y el 60 % se automedica. Muchos de estos fármacos no son compatibles con la conducción -y en algunos no se especifica por no estar estudiado su impacto-, algo que no se tiene en cuenta.
En otros países, si los médicos de Atención Primaria “detectan que hay un problema lo comunican a las autoridades de tráfico”, algo que en España “no se hace”.
Otro factor es el estrés que produce el solo hecho de arrancar el coche y que se ve agravado con la presión del tráfico, sobre todo en vías de alta capacidad.
Y se refiere a algo de “lo que nadie suele hablar”, como el hecho de que los mayores conducen automóviles “mucho más viejos”, y por ello, mucho menos seguros: “La posibilidad de muerte en un coche de quince a diecisiete años (de antigüedad) frente a la de fallecer en un coche de uno a cinco años es tres veces superior”, apunta el investigador.
Además, las infraestructuras viarias son otro gran problema: se refiere tanto al hecho de construir una curva demasiado cerrada como a la señalización, porque “hay muchas señales que no son visibles para las personas mayores, otras no son legibles, muchas no son creíbles y otras no inteligibles”.
Al hilo de los problemas que causan las deficientes infraestructuras viales, el catedrático indica que el 80 % de los conductores considerados kamikazes “lo son por errores humanos o de infraestructura”, algo que pudo estar detrás, junto al factor nocturno, de las causas del grave siniestro múltiple del domingo.
“Si no conocen los riesgos y no conocen los peligros”, el problema es muy grave; por ello, Montoro aboga por informar y formar a los mayores y sus familias, y tener en cuenta medidas como “aumentar la distancia de seguridad, evitar conducir de noche o por vías de alta capacidad y no desplazarse más allá de un radio de equis kilómetros”.
Pero, agrega a EFE, sin optar por quitarles sin más el carné de conducir, ya que, según sostiene la propia Organización Mundial de la Salud, “no es la ley del todo o nada”, sino “ver la situación y estudiar el caso”.
Si no hacemos estudios al respecto, apunta el catedrático, “no sabemos cómo, dónde o por qué las personas mayores tienen accidentes”, y por tanto “no tendremos autoridad para plantear ningún remedio o estrategia”.