A lo largo de nuestras vidas, tenemos que vivir momentos, experiencias y sentir emociones que nunca antes habíamos hecho. La verdad es que supone todo un deporte de riesgo el tener la capacidad, pero sobre todo la valentía; de encabezarse en un proceso que para el ser humano es tan complicado y que sobre todo produce tanto temor. Esa situación en la que piensas que vas a ser tú mismo el único que va a estar ahí para apoyarte, quererte y salvarte de las garras de la soledad. Y efectivamente amigos, estoy hablando de eso que muchas veces nos da miedo pero que nos sentimos obligados a hacer: tomar decisiones, lo cual, nos lleva al tema principal del que trata el ensayo de este mes: los cambios.
Sin ningún tipo de duda, la primera palabra que se me viene cuando esa palabra retumba entre las paredes de mi mente es valentía. Los valientes son los que más se suelen a atrever a abarcar en estas aventuras y la admiración y respeto que el resto le tienen va por encima de todo y de todos. La verdad es que parece que sea un monstruo que nos vaya a comer y que en el momento que empezamos ya no hay vuelta atrás.
La mayoría de personas dirán la típica frase sobre: ’’no te equivoques, si los cambios siempre son buenos’’. Pues bien mi querido lector, permíteme que te diga que no es así. No siempre todas las decisiones que tomamos y todo lo que tenemos planificado es bueno. La mayoría de veces acabamos cometiendo errores y a partir de ahí experimentamos una de la peores sensaciones como puede ser la angustia, la inutilidad, o la desesperación. Pero sin duda nos podemos aplicar la famosa frase de: ’’de los errores se aprende’’. En ello estoy totalmente de acuerdo.
Desde el momento en el que actuamos hasta el momento en el que acabas cometiendo un error pasa mucho tiempo y ese periodo sirve de reflexión para darse cuenta tanto de lo positivo como de lo negativo.
Yo por ejemplo: me quedan unos días para adentrarme en una nueva etapa en la universidad con nuevos profesores, nuevas asignaturas y con objetivos completamente diferentes. Lo primero que pensé cuando me transmitieron el mensaje fue: qué miedo.
En fin, de lo que os hablaba: ese miedo que muchas veces no nos permite hacer lo que realmente queremos y aunque nos tengamos que tropezar con la misma piedra varias veces. Todas y cada una de esas caídas nos acabarán ayudando a reconstruirnos y fortalecernos de una manera mucho más fuerte y sobre todo valiente.
Queridos lectores, cuanto os he echado de menos. La verdad es que sabéis que siempre tenéis un escrito mío, todo los meses, pero no siempre me puedo permitir el estar sentada en mi escritorio y explayarme tal y como me gusta. Ahora mismo, tú persona que estás detrás de la pantalla, te estarás preguntando cuál es mi mensaje hacia vosotros en el ensayo de este mes.
Lo que realmente quiero transmitiros es que para este 2023 no tengáis miedo y que todo lo que habéis querido hacer desde hace tiempo y no lo habéis podido hacer por ese miedo lo hagáis sin mirar atrás. Por recordar que sois mucho más valientes de lo que creéis.