La desesperación, la angustia, la depresión o la muerte perduran en sus vidas. Es triste, pero al mismo tiempo complicado, tener que explicar cómo una persona se ha visto obligada a decir adiós a sus raíces. No solo hablamos de hombres, que parece
que sean los únicos a los que se alude al tratar este tema, sino de mujeres y niños que se cogen de la mano sin mirar atrás y sin arrepentirse de la decisión que han tomado. Al comienzo del párrafo se nombran algunas de las palabras que les han perseguido durante toda su existencia, pero sin duda, el mejor término que describe esta situación es: el dolor.

La migración es un asunto que actualmente se mantiene presente en los medios de comunicación, pero solo se muestra la parte más perturbadora. Sin embargo, esto no viene de ahora, sino de mucho tiempo atrás. Podemos retroceder incluso a comienzos del s.XX en el que tanto individuos como familias completas, tomaron la decisión de partir hacia un largo viaje para conseguir ese ‘’sueño americano’’ que les prometía todo y que luego resultó ser una falacia. Nos remontamos a los años veinte en los Estados Unidos, en concreto California, lugar considerado el origen del asunto. En este caso, John Steinbeck es el encargado de dar una acertada explicación sobre los factores que influyen negativamente a miles y miles de familias. Por otro lado, nos ofrece ejemplos de algunas de ellas junto a imágenes en los siete reportajes de su obra Los vagabundos de la cosecha.

El punto de partida: la agricultura. Nos referimos a una actividad que tendría incluso el poder de mover masas. No obstante, aunque diera la sensación de que los braceros dispondrán de acceso libre a la tierra y buena alimentación, no será así. Al fin y al cabo ‘’no es oro todo lo que reluce‘’ y tanto braceros como sus correspondientes familias, eran los primeros en sufrir graves enfermedades fruto de la hambruna, la cual, produciría la muerte incluso de seres indefensos. Muchas mujeres no pudieron proporcionar la leche necesaria a su retoño a causa de la mala alimentación que tenían. Realmente es como si se tratara de una cadena de eslabones: la mala situación económica lleva a la falta de alimento que reduce las fuerzas de los trabajadores para aguantar largas jornadas laborales.

Posteriormente, acaban siendo despedidos y no disponen de fuentes de ingresos seguras para continuar sobreviviendo. Después de todo lo sufrido, ves como tu hijo, mujer o marido; es recogido por hombres mandados por el estado, quién se hace
cargo del funeral, porque tú no tienes dinero ni para posar una rosa ante su tumba.

Estas y otras tantas situaciones han tenido que sufrir los migrantes, por no hablar de la destrucción de su dignidad. El mismo John Steinbeck considera la destrucción de la dignidad como ‘’una de las consecuencias más lamentables de la vida del migrante’’ .

Es cierto que siempre ha habido una parte de la nación a favor del movimiento migratorio, encargada de intentar salvarles a partir de la toma de medidas, por las cuales, lograrán alcanzar una vida justa y digna. Antes era el Gobierno Federal, pero ahora: ¿Quién es? ¿Quiénes son los que realmente se preocupan de ellos?

Verdaderamente, se trata de una respuesta complicada que incluso en pleno s.XXI no se tiene muy clara. Es cierto que aún hay personas que luchan por y para ellos e intentan lograr un objetivo: que sean tratados de la manera que se merecen y que en su día a día tengan acceso a los derechos humanos declarados por la ONU. No solamente se alude a las ONG o a grupos especializados en el asunto, sino a personas que son conscientes de la situación actual que viven. El migrante no es solo el que llega a la península ibérica en patera y se ve obligado a vivir en condiciones precarias durante mucho tiempo. Migrante también es aquella persona que aporta su granito de arena al país e intenta incorporar un sentimiento patriótico en él, aunque biológicamente su origen no sea ese.

Y ahora me pregunto: ¿Dónde está el Gobierno Federal? ¿Dónde está la oposición? ¿Qué va a ser de ellos sin nosotros? La respuesta a esto es que no queda nada ni nadie, pues se ha vuelto al punto de partida. Se ha vuelto al momento en el que sus
vidas se quemaron hasta convertirse en cenizas. No solo hay que fijarse en la parte más desgarradora, sino que se debe de tomar conciencia y actuar para lograr un cambio.

‘’Es que no te has puesto en su piel, no sabes lo que está sufriendo “. Una frase que probablemente todos hayamos escuchado, pero que da un juicio acertado.

Meramente se ha podido imaginar o escuchar dicha frase sin darle ninguna importancia. Puede ser que se deba a su tono de piel, diferente al nuestro, o su cultura, las tradiciones que sigue o la religión que practica. Cuestiones que a día de hoy sigue teniendo en cuenta la sociedad y hacen que una pequeña mayoría produzca cierto rechazo hacia las personas que siguen este perfil. No se puede evitar hablar de la ‘’epidemia’’ que una parte del sindicato sufre a día de hoy como es el racismo. Una de las principales razones por la que los migrantes sufrían rechazo antes era por las ‘’supuestas’’ enfermedades que transmitían, además de su aspecto de sucios o maleducados. A lo mejor no eran ellos los únicos que estaban enfermos, sino que los otros estaban incubando algo mucho peor en su interior.

Los migrantes, por aquel entonces, querían volver a lo de antes y así tener la oportunidad de coger de nuevo las riendas de los cultivos que durante un tiempo fueron de su propiedad. Simplemente querían ser libres dentro de sus pequeñas parcelas y disfrutar de un legado que sus antepasados les cedieron. En cambio, los migrantes, ahora piden clemencia y simplemente quieren vivir en condiciones óptimas para no convertirse en auténticos caníbales de la sociedad. Ya no se habla de dinero, sino de dignidad. Una dignidad que un día se perdió y que se sigue trabajando para recuperar.

*Betera.com ha transcrito tal cual dicho artículo y quiere recalcar que es un escrito de opinión y que forma parte de la visión y perspectiva particular de una persona que ha decidido plasmar su opinión en un artículo para que fuese publicado en nuestro diario y es una nota con tintes subjetivos. Por tanto, Betera.com no se hace responsable de las palabras escritas en él.
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